Víctor, mi hermano, se llama así por dos de sus antepasados: Víctor Moret, nuestro abuelo y gran músico y por Víctor Rodríguez Borges, un tío de mi papá.
Lo curioso es que Víctor Rodríguez Borges, ese tío de mi papá, no se supo de su existencia, luego de marzo de 1942.
Nadie sabe qué pasó, dónde murió, ni nada. Fue a conocer a mi tío Jorge cuando nació, le hizo una pintura en carboncillo y dijo que regresaba la semana que viene. Más nunca apareció.
Un primo nuestro, Freddy Muller Borges, mientras trabajaba en la cancillería, lo mandó a buscar en Colombia, donde viajaba frecuentemente, y en todo el mundo. Pero jamás se supo nada. Mi bisabuela se murió sin saber su paradero, sus hermanos también.
En esa época no había cédula de identidad, y a Víctor Manuel Rodríguez Borges le daban ataques de epilepsia.